Un grupo de científicos chilenos demostró que el resultado de un examen PCR para detectar la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19) realizado a la pantalla de un teléfono celular es el mismo que el de una muestra nasofaringe de su dueño, por lo que su aplicación permitiría ahorrar tiempo y dinero en la detección de contagios.
"Dadas las características de un 'smartphone' que es algo muy personal, en el cual se exhala permanentemente, el cual uno toca permanentemente, hay un reflejo bastante aproximado de lo que pasa con el individuo", explicó el subdirector del Departamento de Oncología Básico Clínico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Luis Quiñones.
La Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y el Instituto de Oftalmología del University College London de Reino Unido encabezaron una investigación que determinó que el celular es una fuente de contagio y, por consiguiente, puede ser un sistema de diagnóstico previo o búsqueda activa de casos de la COVID-19.
El estudio consideró dos grupos de muestras de más de 1,300 personas activas con el virus, tanto de hisopado nasofaríngeo como de hisopado de la pantalla de los teléfonos celulares de los participantes.
A partir de estos estudios diseñaron el método de "prueba de la pantalla del teléfono", que consiste en tomar una muestra con un hisopo sobre la pantalla del celular, que luego se analiza como un examen PCR (reacción en cadena de la polimerasa) ordinario.
El experto recalcó que realizaron estudios para determinar si el método era efectivo para variantes de coronavirus. Dijo que con relación a las variantes de coronavirus brasileña y sudafricana, las que habían aparecido hasta el momento de la investigación, "hubo una correlación también directa", como indicó en el estudio principal.
Este método, único en el mundo, fue creado por el bioquímico de la Universidad de Chile, Rodrigo Young, quien también es experto en genética molecular y técnica PCR, además de jefe de laboratorio del Instituto de Oftalmología del University College London.
Quiñones destacó que esta investigación es un ejemplo de "interacción colaborativa", además de que el estudio fue publicado en la prestigiosa revista científica "E-life" del grupo Nature.