La puntualidad es una característica que pocas personas conservan. El llegar a una cita o a un evento en la hora establecida es una muestra de respeto que debería ser rescatada en estos tiempos, donde es “normal” llegar mínimo 15 minutos tarde.
Pero si queremos hablar de puntualidad, la especie que debe enseñarnos sin duda son las abejas, que son maestras en el arte de llegar a la hora exacta a las diversas actividades que llevan a cabo día a día.
Todos sabemos que sin las abejas simplemente no podría sobrevivir el ser humano, pues la labor polinizadora de estos seres permite que la gran mayoría de los alimentos que consumimos lleguen a nuestras mesas.
En Alemania, al inicio de los años 30, el doctor Karl Von Frisch buscó saber si las abejas percibían el tiempo, por lo que puso agua con azúcar cerca de una colmena, descubriendo que diario y a la misma hora las abejas salían a tomar esta agua.
Para probar que no se guiaban con el sol, hizo el mismo experimento en un cuarto con luz artificial y las abejas repitieron su visita a la misma hora del día y con extrema puntualidad.
Lo más impresionante de esto es que en 1955 tres científicos probaron esta teoría en una distancia más larga, por lo que trasladaron una colmena de París a Nueva York para ver el comportamiento de las abejas.
En París las abejas comieron a las 8:15 PM, mientras que 24 horas después exactas comieron en Nueva York, donde el reloj marcaba las 3:15 PM, demostrando que las abejas son los seres más puntuales del planeta.