Los nazis también torturaban con la música

Los nazis también torturaban con la música

Un aspecto poco explorado en la historia es cómo los nazi utilizaban música para matar. Un profesor de la Universidad de Texas A&M-San Antonio, Estados Unidos, indagó sobre el tema, y concluyó que escuchaban música para celebrar, pero también para facilitar y normalizar la tortura y los asesinatos, y para generar camaradería.

 

En el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, los nazis habían armado una orquesta masculina de prisioneros, donde había violinistas, clarinetistas, acordeonistas y percusionistas.

 

Estos hombres eran obligados a tocar sus instrumentos "no sólo cuando [otros] prisioneros salían a realizar los trabajos diarios, sino también durante los azotes", escribió en The Conversation Edward B. Westermann, profesor de Historia de la Universidad de Texas A&M-San Antonio, Estados Unidos.

 

La banda tocaba según el antojo de la guardia militar Schutzstaffels, más conocidas como SS. Las tropas irrumpían a menudo en los barracones a altas horas de la noche, ordenaban que los músicos tocaran, mientras ellos bebían y cantaban, y violaban a las prisioneras.

 

Los testimonios recogidos por Westermann —y todas las memorias de los supervivientes— indican que la música que escuchaban los genocidas mientras cometían sus crímenes era generalmente, música hermosa. "Una yuxtaposición extraña y perturbadora", reflexiona Westermann. Durante las ejecuciones, los altavoces de los campos emitían valses vieneses, tangos y marchas militares.

 

"Pero su uso por parte de los perpetradores para torturar a sus víctimas y para celebrar sus actos no sólo revela el lado más oscuro de su uso, sino que también ofrece una visión de la mentalidad festiva de los asesinos mientras participaban en el genocidio", asegura.

 

Al igual que en Auschwitz, Westermann recuerda que el destacamento de las SS en el centro de exterminio de Belzec también organizó una orquesta de prisioneros para su entretenimiento. Todos los domingos por la noche, los miembros de las SS obligaban a la banda a tocar y a otros a bailar y cantar sin descanso mientras ellos se emborrachaban. En ausencia de una orquesta, las tropas podían empezar espontáneamente a cantar.

 

El historiador cuenta que Genia Demianova, una maestra rusa, fue interrogada, torturada y violada en grupo en agosto de 1941, y que tras la primera agresión, escuchó el tintineo de los vasos de los soldados mientras su primer violador hacía un brindis: "¡El gato salvaje está domesticado!". Después, mientras yacía sangrando en el suelo, oyó las voces de sus atacantes cantando "el sonido de una canción sentimental de [Robert] Schumann", compositor del romanticismo alemán del siglo XIX.

 

Como ese testimonio, hay muchos. Incluso Westermann indica que "el coronel de las SS Walter Blume, comandante de los Einsatzgruppen, el famoso escuadrón de la muerte de las SS, era conocido por reunir a sus hombres después de un día de asesinatos para cantar por la noche alrededor de una hoguera".

 

El historiador también halló testimonios que indicaban que los asesinatos en masa eran descritos como carnavales o que evocaban un "ambiente de boda", al igual que ha sucedido en otros genocidios, como el de Ruanda (1994).

 

Los nazis también usaban la música para "normalizar" la violencia. "Bajo el régimen nazi, la música y las canciones forjaban la comunidad, la camaradería y el propósito compartido", explica Westermann.

 

"En última instancia, el genocidio es un esfuerzo social; la música y las canciones —como las filosofías políticas— forman parte de los artefactos culturales de una sociedad", concluye.

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