Rafael Nadal salvó ante el serbio Laslo Djere el escollo inicial en el Abierto de Australia y dio el primer paso en el camino a convertirse en el máximo ganador de Grand Slam de la historia del tenis mundial, con lo cual dejaría detrás al suizo Roger Federer.
El español, que arrastra molestias en la espalda desde hace un par de semanas, dominó los tres parciales por 6-3, 6-4 y 6-1 en poco menos de dos horas y se plantó en la ronda siguiente, que era su gran objetivo antes de saltar a la pista del Melbourne Park.
No se sentía bien el balear previo al arranque del torneo, por las molestias referidas y su intención era avanzar a la ronda siguiente, disfrutar de unas horas de descanso para intentar superar el malestar, y continuar su camino en la competición, la más complicada para él de los llamados cuatro grandes.
Mejor no le pudo ir en el partido, ayudado por la rapidez de la pista, que le ahorró problemas y ya está en segunda ronda por décimoquinta vez en Australia, donde ha incursionado en 16 ocasiones.
ENRARECIDO AMBIENTE PREVIO
La llegada de los tenistas a Melbourne supuso cambios en los planes de muchos, toda vez que tuvieron que someterse a una rigurosa cuarentena por haberse detectado casos de coronavirus en los vuelos en los cuales arribaron al país o la ciudad.
Algunos, entre ellos el número uno del mundo, el serbio Novak Djokovik, manifestaron su malestar y criticaron a los organizadores por las limitaciones para salir o entrenarse, ante lo cual Nadal reiteró que si alguien no se puede quejar es el mundo del tenis y aclaró que en Adelaida las condiciones de la cuarentena fueron mucho mejor que en Melbourne.
Alguno criticó la posición del número dos del mundo, quien argumentó que "cada cual tiene su propia opinión y todas son respetables", e insistió, ante las críticas a los organizadores, que "al final todos intentamos sacar el máximo rendimiento posible dentro de nuestras posibilidades y ayudarnos entre nosotros".
En ese clima enrarecido por supuestas condiciones diferentes para prepararse previo al arranque de la lid, inició el torneo, en el cual el gran ausente entre los hombres es el suizo Roger Federer, tal vez el más grande jugador de la historia, que agotará, posiblemente en Wimbledon, la última oportunidad de conseguir su Grand Slam número 21.
CRUZADA POR LA CIMA ABSOLUTA
Nadal, de 34 años, y Federer, de 39, acumulan 20 títulos de Grand Slam cada uno, tres más que Djokovic y seis por encima del ya retirado estadounidense Pete Sampras, en una carrera en busca del liderazgo absoluto, en la cual el español va con ventajas en estos momentos. Primero porque está en Melbourne y sigue vivo. Y segundo porque tiene por delante el Roland Garros, su torneo fetiche.
Sin embargo, nadie puede asegurar que Rafa vaya a ganar una vez más, a pesar de que administra sus fuerzas cada vez más, con la intención de mantener a raya al serbio, un año más joven y casi perenne número uno del mundo durante las últimas temporadas.
Tampoco puede asegurar nadie que Federer, que se repone de una operación desde hace meses, no vaya a llegar a Wimbledon con posibilidades de sumar otra corona a su ya impresionante palmarés.
Lo cierto es que a medida que se acerca, a pasos agigantados, el final de las carreras del llamo Big Three, más dura será la porfía por ver cuál de ellos termina como el máximo ganador de torneos de Grand Slam de la historia, aunque algunos, entre ellos este redactor, creen que no será Federer, algo que parecía imposible hace unos años.
LOS GRAND SLAM
Para sumar 20 títulos de Grand Slam, Federer disputó 31 finales, con mayor éxito en Wimbledon, donde ganó ocho veces en 12 partidos decisivos, en tanto en el Abierto de Francia se plantó cinco veces en la final y solo ganó en una ocasión. Mientras, Nadal jugó 28 partidos decisivos para sus dos decenas de campeonatos, con las 13 de París como punto máximo y Australia como el peor con un trofeo en cinco presencias por el título.
Djokovic peleó 27 veces el sitio más alto y lo ganó en 17, ocho de ellas en Melbourne, donde nunca perdió una final, en tanto Sampras, que ganó 14 títulos, jugó 18 finales, una más que el checo Iván Lendl, triunfador en ocho ocasiones.
Para los que llegamos al tenis hace unos años, estos números parecen normales, pero hay que recordar que hasta entonces parecían asombrosos los 11 majors del sueco Björn Borg (seis en París), los ocho de Lendl, Jimmy Connors (EEUU) y Andre Agassi, o los siete del controvertido estadounidense John McEnroe y el sueco Mats Wilander.
Incluso, el también sueco Stefan Edberg, el alemán Boris Becker y el australiano John Newcombe parecerían los tipos más terrenales del mundo, cuando, en su momento, eran tenidos por deidades del llamado deporte blanco.
En Melbourne, Nadal y Djokovic no solo tendrán que preocuparse por un supuesto cruce entre ellos, sino por la impetuosa aparición de una nueva camada de jugadores, capaz de dejar en el camino a cualquiera y terminar de una vez con el señorío que mostraron en las pistas por años.
Solo que hay que ver si el griego Stéfanos Tsitsipas, el austriaco Dominic Thiem o el ruso Daniil Medvédev, entre otros, son capaces de poner en su lugar al serbio y al español y dejar abierta la posibilidad de un nuevo rey absoluto en la historia de los Grand Slam. (Sputnik)