Nuevos enfrentamientos entre la sociedad mexicana han provocado el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre su contagio de COVID-19.
Unos le dicen héroe.
Otros lo toman como mártir.
En lo personal, amable lector, lo llamo irresponsable.
No, señores, no se puede catalogar de otra manera a una persona que se ha empeñado en pasarse por alto las recomendaciones sanitarias.
Tampoco se le puede calificar de héroe a un señor que ha desafiado al COVID-19 desde que inició la pandemia, dando un terrible ejemplo a sus miles de fanáticos.
Por supuesto, tampoco concuerdo con esas voces ignorantes que le desean el mal al presidente. Cualquier persona con dos neuronas sabe que si a López Obrador le sucede algo fatal, México caería en una peor crisis.
Pero volviendo al tema, el presidente López Obrador solo está pagando las consecuencias de burlarse de la pandemia y de la poca empatía con los mexicanos que sufren por esta enfermedad.
Falta de empatía que demostró en su última gira, donde haciendo gala de una creencia de “inmortalidad” fue nuevamente en contra del uso de cubrebocas, provocando que otros secretarios tengan que estar en estos momentos confinados.
¿Dónde está la fuerza moral que tanto presumía López-Gatell del presidente?
¿Dónde están las estampitas religiosas?
¿Dónde está el no mentir, no robar y no traicionar para evitar contagios?
Todo lo dicho por AMLO en el pasado sobre el supuesto buen manejo de pandemia en estos momentos son patrañas.
Y debería ser juzgado por sus propios seguidores, esos que el fanatismo desbordado los ha llevado a imitar las malas prácticas del presidente en la pandemia.
Lo que ahora necesitamos es que el presidente se recupere y regrese a sus labores, dejando de comportarse como el principal irresponsable ante el COVID-19.
De verdad, ojalá y López Obrador y sus seguidores entiendan de una buena vez que ni es héroe ni es mártir, es un irresponsable.
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