El futbol es un deporte que muchos disfrutamos, ya sea mediante un partido de nuestros equipos favoritos o disputando una rica cascarita entre amigos y no tan amigos.
Es allá, en la cancha, donde se debe quedar el futbol.
El balompié tiene diversos personajes que convierten a este hermoso deporte en un auténtico circo. El verdadero problema es que ese show trasciende muchas veces la cancha y llega a lugares donde no debe tener cabida, como es la política.
Risa combinada con indignación, con un toque de frustración y preocupación, causó a este columnista el anuncio de un tipo conocido como “Sefirot”, un “barra brava” del Puebla, quien dio a entender que estará buscando una candidatura para las próximas elecciones.
¡Válgame!
Y no es por denostar a nadie. Vaya, la política sin duda necesita más voces del pueblo y menos de las que han mamado por años de la ubre del poder.
Pero hay de voces a voces, señores.
La pregunta es qué de bueno puede aportar una persona malhablada, señalada por los mismos aficionados del Puebla como un tipo abusivo y que ha hecho fama mediante un programa digno de burdel de mala muerte, donde -sobra decirlo- utiliza un lenguaje soez y actitudes misóginas.
No, perdón, no puedo imaginarme a un barra brava desaliñado con una cuestionable reputación en una curul del Congreso local. ¿Qué va a proponer? ¿Cervezas gratis y cortesías en algún table dance?
Insisto, hay de ciudadanos a ciudadanos, aunque suene feo.
Lo que no me extraña es que le haya abierto las puertas un partido como Fuerza Social por México, dirigido por un “barra brava” de la política, como es Gerardo Islas.
Y esto no termina acá, pues también el exentrenador del Puebla, José Luis Sánchez Solá, quiere un lugar en ese juego llamado política.
Sí, al igual que el llamado “Sefirot”, el “Chelís” tiene todo el derecho a buscar algún cargo de elección popular.
Pero una cosa es querer y otra muy diferente es poder.
Yo quisiera jugar profesionalmente en mi adorada Franja, pero no puedo por falta de condición física y sobre todo talento y capacidad.
Ahí se las dejo de “volea”.