Durante el sexenio de Calderón (2006-2012) se mantuvo una agresiva política por privatizar el sector eléctrico, fue continuada por Peña Nieto, hasta que llegó Andrés Manuel y mandó a parar. Tras algunas fallas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que llevaron a un apagón en diversas ciudades, la derecha volvió a la carga para promover la privatización de CFE. Pero, ¿estaríamos mejor si la energía eléctrica estuviera en manos de privados?
El 10 de octubre de 2009, la selección mexicana de futbol se disputaba su pase al mundial de Sudáfrica 2010. Un partido contra El Salvador que terminó con un 4-0 favor México. Mientras el pueblo se entretenía, militares vestidos de policías y civiles irrumpieron para tomar por la fuerza las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LyFC). Horas más tarde se publicó un decreto presidencial para extinguir la empresa. De un plumazo se perdieron 41 mil empleos.
Luz y Fuerza del Centro era la empresa pública encargada del servicio de energía eléctrica en el Valle de México. Extinguir a la empresa tenía como trasfondo real eliminar al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que era acusado de tener nexos con organizaciones comunistas y se oponía con firmeza a la privatización del sector. El resto del sexenio, el SME se mantuvo movilizado y se ganó muchos simpatizantes, lo que al final frustró los intentos privatizadores de Calderón.
Sin embargo, Calderón continuó la privatización por otros medios. Para 2011 ya se habían otorgado 772 permisos a empresas privadas para generar energía eléctrica y se obligaba a la CFE a subutilizar su capacidad de generación hasta en un 44% para que comprara la energía con privados. De acuerdo a datos de la Auditoría Superior de la Federación, a diciembre de 2009, la CFE había pagado a las empresas privadas 268 mil millones de pesos y tenía un contrato firmado por 25 años, (hasta 2041), comprometiendo el pago de ¡un billón de pesos!
La empresa beneficiada fue la española Iberdrola que, gracias a esos jugosos contratos, produce el 17% de la energía eólica del país, que equivale a más de la mitad de la energía generada por empresas privadas. Fue tan descarado el conflicto de intereses que cuando Calderón concluyó su sexenio, fue contratado como consejero de Avangrid, empresa de Estados Unidos cuyo socio mayoritario es Iberdrola. Curiosamente, Georgina Kessel, su secretaria de energía también fue contratada.
La llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador puso fin al neoliberalismo y abrió un frente contra las empresas privadas de generación eléctrica, particularmente con Iberdrola, porque el nuevo gobierno está revisando los contratos y no pagará sobreprecios como lo hizo Calderón y Peña Nieto. Iberdrola ha desviado el debate y ha hecho creer que el combate es contra la energía eólica, mal llamada, “energía limpia” (los daños colaterales de este tipo de energía se siguen investigando).
El 28 de diciembre de 2020, un apagón que duró entre una y tres horas en algunas ciudades del país, llevó a los agentes de la derecha: periodistas chatarra y pseudo analistas, pedir la privatización de la CFE y apoyar a las “energías limpias”, (léase a Iberdrola). No olvidemos que está en juego más de un billón de pesos.
Supongamos que los combatientes compañeros del SME, de otros sindicatos y organizaciones populares no hubieran defendido al sector eléctrico y Calderón se hubiera salido con la suya, lo más seguro es que la española Iberdrola hoy tuviera el control.
En España el sector eléctrico está privatizado en un mercado oligopólico, es decir, se trata de muy pocas empresas que se pueden poner de acuerdo para fijar precios. De hecho, de las 5 empresas, 3 controlan el 90%, entre ellas Iberdrola. La empresa tiene muchos señalamientos de corrupción, de soborno a políticos, de contaminación y ahora está siendo centro del debate por su falta de empatía con la sociedad.
España está pasando por el peor temporal invernal en 50 años, ha llegado a temperaturas de hasta -25 grados centígrados; la demanda de energía eléctrica para la calefacción ha aumentado, pero al mismo tiempo, también el precio de los kilowatts. En la gráfica 1 se muestra un índice de los precios de la electricidad de México y España de 2010 a 2021. Para hacer comparable el comportamiento de precios se consideró un factor de conversión de paridad de poder adquisitivo (PPA) que toma en cuenta los costos del nivel de vida en cada país convertidos en dólares en el periodo de estudio.
Elaboración propia con datos de CFE y Statista. Factor PPA de Banco Mundial
Observamos que los precios en España se han disparado de forma exponencial. La única vez que se redujeron fue el año pasado, cuando la pandemia hizo que los precios del petróleo y el resto de los energéticos cayera. Pero del año pasado a la primera semana de enero de 2021, los españoles han visto aumentar su recibo de luz casi 80% en términos reales o 110% en términos nominales. Por el contrario, en México los precios han sido más estables, durante el sexenio de AMLO la energía eléctrica sólo ha aumentado 8%. El día de hoy pagamos la electricidad relativamente más barata en 11% que en tiempos de Calderón.
¿Qué significa relativamente? Que el resto de los precios y los salarios han aumentado 11% por encima del precio de la electricidad. Así que, con datos duros demostramos que de ninguna manera es viable para el bolsillo del pueblo la privatización de CFE; claro que sí para las empresas privadas. La próxima vez que escuche a los políticos querer privatizar CFE por defender las “energías limpias”, recuerde el negociazo del billón de pesos que está detrás. ¡Qué saqueo había en el país! Afortunadamente, como hemos dicho, ¡se les acabó la diversión!
*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos