No solo perdió Alejandro Armenta con la destitución del ahora exmagistrado Fredy Erazo Juárez. La determinación de los magistrados también afectó al aspirante a la presidencia de la república, Ricardo Monreal.
En el juego político nacional, Armenta Mier se ha convertido en aliado del exgobernador de Zacatecas. Su cálculo es que si el senador se convierte en candidato a presidente, él se convertiría en candidato a gobernador por el Movimiento de Regeneración Nacional.
Pero en los últimos dos meses, Monreal ha acumulado una serie de fallas. La más grave fue la de intentar hacer modificaciones legales para facilitar el ingreso de dólares que, según la iniciativa que defendía, podrían provenir del narcotráfico.
Desde hace años la sombra del crimen persigue a Monreal y su intención de reformar la legislación aplicable al Banxico dañó mucho su proyecto político.
Pero Monreal aumentó sus fallos políticos al apoyar a Armenta en la intención de mantener a Fredy Erazo como magistrado del Tribunal Electoral del Estado de Puebla.
No solo violentó la paridad de género -tan necesaria en una sociedad machista-, sino que la designación de Erazo polarizó a los senadores y Monreal tuvo que echarle el hombro a Armenta para lograr la efímera designación.
Así, no solo perdió un magistrado electoral Armenta, sino bonos políticos al interior de la Cámara Alta y sus fallos golpean la imagen política de su líder, Monreal.
El zacatecano siempre ha tenido mucho interés en Puebla a causa de su proyecto nacional. Su alfil era el impresentable José Juan Espinosa.
El último favor que el senador le hizo al diputado con licencia fue cabildear para que no terminara en prisión. Trascendió que en un acuerdo secretísimo, Espinosa Torres se alejaría del Congreso y de la vida política a cambio de no ser procesado judicialmente.
Monreal intervino, pero fue el último favor por su pupilo. Ahora, el representante del exgobernador en Puebla es Alejandro Armenta.
Pero la caída de Erazo dañó la imagen y los bonos políticos de ambos. En la proyección y teoría de juegos del escenario político nacional, Armenta y sus decisiones son un lastre que Ricardo Monreal no debería cargar.