
Los gatos son seres maravillosos y con peculiaridades que no encontramos en otra especie animal; sin embargo, también son muy delicados en diversos aspectos, lo que deriva en padecimientos psicológicos similares a los de los humanos.
Un ejemplo es la anorexia, enfermedad que pueden desarrollar los gatos en cualquier momento y para lo que debemos estar preparados, pues hay situaciones que hacen a los “mininos” dejar de comer de manera alarmante.
Los gatos son de “buen diente”. Cual reloj suizo, estos seres piden su ración de alimento a sus amigos humanos. Insisten tanto que no queda más remedio que ir a servir un buen tazón de comida.
El problema viene cuando los gatos van reduciendo la cantidad de alimento que ingieren, hasta llegar a dejar de comer, lo que se convierte en un problema similar a la anorexia y que puede traer consecuencias graves para los felinos.
Más allá de padecimientos intestinales, uno de los principales motivos de la anorexia felina es el estrés, pues es bien conocido que los gatos son neofóbicos, es decir, que odian los cambios.
La llegada de un nuevo bebé a la casa, de un nuevo gato o de un perro hacen que el gato se estrese y poco a poco deje de comer, por lo que es necesario llevarlo a revisiones médicas y buscar que su entorno se vaya adecuando a su manera de vida, evitando de esta manera la anorexia felina.