Las expresiones corporales dejan mucho en evidencia, sobre todo en política. Pese a que hoy en día debemos estar cubiertos con un cubrebocas por la pandemia de COVID-19, las emociones no se pueden ocultar.
Y eso se notó en la rueda de prensa donde se presentó la futura alianza entre el PAN, PRI y PRD, donde la muy criticada “dirigente” de Acción Nacional, Genoveva Huerta, no pudo ocultar su repudio a la idea de ver a Eduardo Rivera Pérez como candidato a la alcaldía.
Cuando se mencionó que Carlos Martínez Amador, líder del PRD en el estado, se pronunció a favor de Lalo para la candidatura, Genoveva Huerta lanzó una mirada desafiante a su homólogo perredista y luego agachó la mirada.
A regañadientes dijo que las candidaturas aún no se definen y por nada del mundo pronunció los apellidos Rivera Pérez, esos que tanta molestia de causan.
¿Por qué los gestos, Genoveva?
¿Tanta es su obsesión por agandallar espacios que no tolera a gente -con verdadero potencial para ganar- fuera de su círculo de incondicionales?
No quiero pensar que Genoveva esté moviendo los hilos para que priistas y perredistas avalen a algún candidato de poca monta como Marcelo García Almaguer.
Vaya ridículo mayúsculo incluso sería que ella misma se esté promoviendo para la candidatura.
Ni siquiera Néstor Camarillo se vio incómodo con la idea de que el PRI arrope a un panista como Eduardo Rivera.
Y aunque dijo que el tricolor tiene cuadros competitivos, bien sabe que ninguno garantizaría buenos resultados como el exalcalde.
Mala imagen deja una vez más Genoveva Huerta, que pone en evidencia que su intención es acaparar espacios, pese a que esto signifique una derrota en las urnas en 2021.