Las estructuras de tierra determinan entre el 60 al 70 % de la elección. El otro 40 o 30 % restante lo determina la estrategia de comunicación del candidato. Claro, esta proporción se mantiene en elecciones comunes, en las que la participación del listado nominal va de 40 a 48 %.
En la elección de 2018 este esquema se rompió. Andrés Manuel López Obrador sacó a votar a más de 65 % de la población del listado nominal causando con ello que las estructuras de tierra no pudieran romper la ola.
Dicho de otra forma: hace dos años la decisión libre de los votantes, los que eligen al candidato por percepción y no por movilización, aumentó a tal grado que desplazó a las estructuras de movilización.
Así, en Puebla, por ejemplo, candidatos que contaban con una red amplia de promoción del voto, correctamente empadronados, perdieron la elección ante la ola morenista.
Pero esa tendencia causada por la indignación ciudadana no se mantendrá en los comicios de 2021 y la participación regresará a niveles de 40 a 48 %.
Si esto ocurre, el candidato y partido que mejor control tengan de su estructura estará superando a sus rivales, porque reconoció que el fenómeno electoral de 2018 no volverá a ocurrir.
Dicho esto, Morena, el PAN, el PRI y los otros partidos tienen que iniciar un proceso de reconstrucción de estructuras territoriales y entonces ir a la confrontación electoral.
Lo mediático, videos, debate, fotografías, entrevistas, influirá en la elección en tanto cuanto haya más o menos participación de votantes libres, los no movilizados.
Eduardo Rivera Pérez, por ejemplo, tiene un alto posicionamiento y, aunque presume contar con todas las estructuras, la división interna del panismo le puede perjudicar justo en el tema de este texto: estructuras. ¿Qué pasaría si su nombramiento fragmenta al partido y sus “líderes” se mueven a otros institutos políticos?
Gabriel Biestro, por otro lado, aún está debajo de Rivera Pérez en posicionamiento, pero está construyendo acuerdos con cúpulas para tener voto estructurado. La fotografía que apareció en redes sociales con el presidente de Nueva Alianza, Emilio Salgado, es muestra de ello.
En ese sentido, la elección de 2021 tiene mucho aún para definirse: desconocemos las estrategias de posicionamiento, la operación de estos grandes liderazgos o estructuras de voto corporativo, no sabemos la participación de la gente en este proceso y desconocemos también si las detenciones que ocurrirán en periodo electoral afectarán el resultado.
Es bastante complicado el escenario general.
La mayor certeza es que no hay certeza de triunfo para nadie. Será un proceso complejo, competido y complicado.