Tres pistas conducen a la causa detrás del descubrimiento de los audios procedentes de la oficina de espionaje de Eukid Castañón:
La primera es que Castañón será enviado a una prisión de alta seguridad. Su tiempo en Puebla se acaba y se está desactivando cualquier vínculo del exdiputado federal con la política poblana.
La segunda es la investigación por enriquecimiento ilícito, es decir, ahora enfrenta una quinta carpeta de investigación.
La tercera es la inviabilidad del amparo que tramitaron los abogados de Castañón para evitar su traslado a un Cefereso, por supuesta tortura.
Estas tres pistas llevan a una conclusión evidente: Eukid permanecerá en prisión por muchos años y, con ello, el valor de los audios se va depreciando cada día.
Según la demanda que hace tres años hizo el exagente del CISEN, Roberto González Vázquez, el espionaje cometido no ha sido sancionado.
En 2017, González Vázquez denunció de manera penal a Eukid Castañón Herrera, así como a Roberto Rodríguez Acosta, quien fungía como coordinador de Operaciones de Investigación, por diversos crímenes.
Los delitos por los que le acusó fueron asociación delictuosa, intervención de comunicaciones privadas, acceso ilícito a sistemas y equipos informáticos, así como amenazas.
Pero el procedimiento legal no prosperó.
Con cada día que pasa y que legalmente Castañón se aleja más de la libertad, el valor de los audios y del espionaje ejecutado es cada vez menor.
Aún ahora, las filtraciones han quedado como historias viejas.
¿Por qué filtrarlos? Porque es el último momento de la carrera del exdiputado.
Ayer fue enviado a Imagen Poblana un nuevo audio de Eukid Castañón, en el que se evidencia la colusión del sistema político mexicano.
En el audio, Enrique Doger Guerrero habla con el contralor de la Cámara de Diputados para recibir la atención de este en la comisión que representará.
No es muy reveladora la llamada, pero advierte que el exalcalde de Puebla también fue “pinchado”.
Vendrán más audios, porque su valor se reduce.