Como de telenovela histórica, un fragmento tan vivo y palpitante, a pesar del paso del tiempo, como es la Revolución mexicana, no puede pasar desapercibido para ninguna de las bellas artes que se originan en nuestro país, menos aún para el cine, cuyo lenguaje puede ofrecernos un sinfín de emociones extraordinarias, superiores a otros medios, aunque también puede dividir opiniones y por ello, generar rencillas emocionales e ideológicas entre sus espectadores.
Hoy la hablaré de una trilogía sobre el tema, que ha causado gran revuelo a través de los años, por su gran calidad técnica y artística y por su notorio enfoque en personajes sumamente reales, aunque fueran obra de la ficción, me refiero a las cintas de Fernando de Fuentes.
El cineasta mexicano explora la Revolución por medio de tres joyas llamadas “El compadre Mendoza” (1933), “El prisionero trece” (1933) y “Vámonos con Pancho Villa” (1935).
La primera cinta, basada en un cuento original de Mauricio Magdaleno, narra el dilema moral de un hacendado de nombre Rosalío Mendoza (interpretado magistralmente por Alfredo del Diestro), que congenia con los dos bandos involucrados en la lucha revolucionaria. Orillado por su ambición de mantener sus propiedades y no perder estatus social, decide entregar a su compadre zapatista a los huertistas.
El segundo filme, cuyo guion fue escrito por Miguel Ruiz y el propio Fernando de Fuentes, en la que trabajaran Alfredo del Diestro, Luis G. Barreiro, Adela Sequeyro, Arturo Campoamor, Adela Jaloma, Emma Roldán y Antonio R. Frausto, narra una historia de padre e hijo metidos en bandos disímbolos en la Revolución. El “título hace alusión a un joven revolucionario que es fusilado por un militar, quien se entera en el último minuto que se trata de su propio hijo, al que nunca conoció”.
Finalmente, “Vámonos con Pancho Villa” se estrenó el 31 de diciembre de 1936, basada en la novela homónima de Rafael F. Muñoz, nos cuenta la historia la historia de “Los Leones de San Pablo” quienes se unen a las fuerzas villistas para terminar desilusionados del movimiento y la imagen de Pancho Villa.
Sin duda, una muy pequeña muestra de todo cuanto se ha realizado en torno a la Revolución Mexicana.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.
Como de telenovela histórica, un fragmento tan vivo y palpitante, a pesar del paso del tiempo, como es la Revolución mexicana, no puede pasar desapercibido para ninguna de las bellas artes que se originan en nuestro país, menos aún para el cine, cuyo lenguaje puede ofrecernos un sinfín de emociones extraordinarias, superiores a otros medios, aunque también puede dividir opiniones y por ello, generar rencillas emocionales e ideológicas entre sus espectadores.
Hoy la hablaré de una trilogía sobre el tema, que ha causado gran revuelo a través de los años, por su gran calidad técnica y artística y por su notorio enfoque en personajes sumamente reales, aunque fueran obra de la ficción, me refiero a las cintas de Fernando de Fuentes.
El cineasta mexicano explora la Revolución por medio de tres joyas llamadas “El compadre Mendoza” (1933), “El prisionero trece” (1933) y “Vámonos con Pancho Villa” (1935).
La primera cinta, basada en un cuento original de Mauricio Magdaleno, narra el dilema moral de un hacendado de nombre Rosalío Mendoza (interpretado magistralmente por Alfredo del Diestro), que congenia con los dos bandos involucrados en la lucha revolucionaria. Orillado por su ambición de mantener sus propiedades y no perder estatus social, decide entregar a su compadre zapatista a los huertistas.
El segundo filme, cuyo guion fue escrito por Miguel Ruiz y el propio Fernando de Fuentes, en la que trabajaran Alfredo del Diestro, Luis G. Barreiro, Adela Sequeyro, Arturo Campoamor, Adela Jaloma, Emma Roldán y Antonio R. Frausto, narra una historia de padre e hijo metidos en bandos disímbolos en la Revolución. El “título hace alusión a un joven revolucionario que es fusilado por un militar, quien se entera en el último minuto que se trata de su propio hijo, al que nunca conoció”.
Finalmente, “Vámonos con Pancho Villa” se estrenó el 31 de diciembre de 1936, basada en la novela homónima de Rafael F. Muñoz, nos cuenta la historia la historia de “Los Leones de San Pablo” quienes se unen a las fuerzas villistas para terminar desilusionados del movimiento y la imagen de Pancho Villa.
Sin duda, una muy pequeña muestra de todo cuanto se ha realizado en torno a la Revolución Mexicana.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.