La llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador y su narrativa de extrema izquierda causó el resurgimiento de su opuesto natural: la ultraderecha. En ese sentido, los generales del conservadurismo en el país han establecido una ruta de cambio para 2024.
Así, Eduardo Rivera Pérez se ha convertido en el candidato a la gubernatura de El Yunque en una estrategia calculada que, para lograrse, tiene como aduana la elección del próximo año.
El escenario nacional le ayuda al expresidente, pues la integración de Sí por México y el empoderamiento de los grupos políticos más conservadores en algunos casos de la Organización del Yunque y en otros casos aliados de la misma favorecen la causa de Rivera Pérez.
Desde hace años, la derecha poblana ha pugnado por que en Puebla gobierne el Yunque, como ha ocurrido por años en Guanajuato (Juan Manuel Oliva), como ocurrió en Jalisco (Emilio González) o como sucedió en Morelos (Marco Adame).
Los generales de la ultraderecha en el país consideran viable la posibilidad de que el Yunque obtenga el poder en Puebla durante la próxima década, pues al ser concurrentes la elección de gobernador y de presidente de la república en 2024, Rivera Pérez se beneficiaria de la ola de triunfo que ese espectro político tendrá en cuatro años.
Al menos así lo calculan los grupos conservadores del país y del estado, ya que la ruta general es la de encumbrar a otro militante de la ultraderecha, Enrique Alfaro, en la candidatura a la presidencia de la república.
El avance político de los conservadores en el país -hablamos de conservadores no en el significado que le ha dado el presidente, sino en el de los pensamientos ideológicos más antiguos- abarca no solo a políticos, sino a empresarios, universidades y agrupaciones de la sociedad organizada.
Por esa razón, Eduardo Rivera no pretende ceder espacios en el cabildo. Si va a gobernar Puebla capital con miras a la gubernatura, tiene que hacerlo con su equipo intacto: tendrá a sus regidores.
Y también apoyarse de posiciones en otras partes del estado. El encumbramiento político de Rivera representa el crecimiento de perfiles ultraconservadores en Tehuacán, Atlixco y Sierra Norte.
Fernando Manzanilla, quien ambiciona ser gobernador de Puebla, ha calculado esta ruta de la ultraderecha y por eso a través de Genoveva Huerta ha pretendido descarrilarlo.
Pero las circunstancias no han sido favorables para el ex ex ex secretario de Gobernación: Marko Cortés ha dado el esperado manotazo para definir a Rivera Pérez como candidato a alcalde y eso ha sacado a Huerta Villegas de la carrera por la candidatura a la alcaldía.
A la par, la huida de José Juan Espinosa, quien habría sido propuesto para la alcaldía de Encuentro Solidario, le deja sin gallo para la alcaldía que sumara votos para su partido.
En cualquier caso, Manzanilla sabe que si Rivera se encumbra como candidato es otro rival más en su proyecto personal por la gubernatura.
El Yunque tiene candidato a la gubernatura y los esfuerzos al interior del PAN en esta elección intermedia estarán pensados en función de ese proyecto a cuatro años.
Pero como en todo juego, si la apuesta es grande también el riesgo.
Como el Yunque le ha apostado todo a Eduardo Rivera, en caso de perder la constitucional a la alcaldía no solo se caería un cuadro político, sino que el PAN en Puebla se alejaría por completo del poder por al menos 10 años.
Eso lo han leído los morenistas. Y por eso la alianza entre Alejandro Armenta y el grupo del gobernador Barbosa: el duo Biestro-Cotoñeto.
Pero de eso les contaré, la próxima semana.