En este espacio hemos analizado de manera constante que la brújula del presidente Andrés Manuel López Obrador tiene un norte: el electoral.
Todas sus decisiones están fundamentadas en un deseo único, el de mantener el poder.
Sin embargo, aunque en su gobierno ha tomado decisiones polémicas para mantener a Morena como el partido del poder, como es la extinción de fideicomisos y la creación de programas sociales clientelares, todo apunta a un estrepitoso fracaso.
Veamos.
A diferencia de lo que la oposición piensa, las elecciones no se ganan en Twitter sino en las calles, en la promoción del voto.
Así, aunque hay un porcentaje del electorado que ha dejado de confiar en López Obrador, el presidente todavía tiene un capital social bastante amplio, lo suficiente como para ganar elecciones.
Pero este capital solo funciona cuando él está en la boleta electoral.
En los próximos comicios no aparecerá y en consecuencia las posibilidades de victoria para los candidatos de su partido se reducen.
Cualquiera podría decir que López Obrador tiene un plan oculto. El de utilizar los programas clientelares para atraer el voto.
Pero en México la gente no vota directamente por el partido en el poder aun cuando este la consienta con los beneficios de los programas.
Es necesaria una base electoral y una red de promoción del voto.
Andrés Manuel no tiene ninguna porque los hoy funcionarios o legisladores que le acompañan llegaron, en su mayoría, al cargo por la ola del tabasqueño en lugar de por méritos propios.
Ahora que se necesitan esos méritos, López Obrador no cuenta con personajes -salvo en la Ciudad de México- que tengan la capacidad de traducir sus programas federales en votos.
Ni siquiera están constituidos al 100 por ciento los Comités Municipales de Morena como partido, debido a que sus militantes no se han dado cuenta de la necesidad de integrar pronto una estructura electoral.
Sin esa estructura, no importa cuantos “apoyos” baje el presidente, ¿cómo se transformarán los beneficiarios en potenciales votantes?
La respuesta es que nadie está integrando esa acción y, a causa de ello, la posibilidad de que López Obrador se quede sin mayoría en la Cámara es cada vez más probable.
Si el presidente no logra transformar su estrategia de gobierno en una estrategia política, se caerá el sueño de la Cuarta Transformación.
Pero también la oposición debe responsabilizarse más con su papel.
Hasta ahora parecen no detener la popularidad de AMLO, pero tampoco los opositores construyen algún proyecto sólido.
Si las acciones de protesta y oposición siguen así -desintegradas-, no importa que López Obrador carezca de base electoral, ganará sin lugar a dudas.
La elección del próximo año cada momento se pone más emocionante.