La crudeza es casi siempre una señal inequívoca de que un problema grave se está develando y precisamente el cine documental es una herramienta que permite evidenciar las dificultades por crueles o despiadados que puedan ser, facilita a sus protagonistas y realizador el asunto de colectivizar el conflicto y en su caso, convertirlo en arma elemental para que otro inconveniente de esa magnitud no alcance las mismas dimensiones. Esta característica notoria, es la que pone a “Las tres muertes de Marisela Escobedo” como un documento visual de gran valor, aunque lo hace tan literal, que se requiere de un temple fuerte para soportar todo lo que ahí se muestra.
El documental, dirigido por Carlos Pérez Osorio, estrenado por Netflix el pasado 14 de octubre, es una apología de la irresponsabilidad burocrática y el desinterés del Estado, que se ha visto inmensamente rebasado por los conflictos sociales y la delincuencia organizada.
Pérez Osorio retrata los testimonios de la familia de Marisela Escobedo, una enfermera de Piedras Negras, Coahuila, quien para crecer en el plano profesional y familiar decide ir a radicar a Ciudad Juárez, Chihuahua, donde ve crecer a sus hijos. Precisamente la más pequeña de ellos, Ruby Frayre, se enamora de un personaje, que a la postre la asesina y tira sus restos en los suburbios, es capturado por la policía y al ser juzgado sale libre sin ninguna repercusión… ahí comienza el martirio de Marisela, el cual es narrado de manera puntual por sus allegados, comenzando por su hijo mayor, Juan Frayre.
El documental va subiendo de intensidad conforme Marisela incrementa sus protestas y realiza acciones de búsqueda para localizar al asesino Sergio Barraza (pareja de Ruby), a quien exige ver en prisión pagando el crimen que cometió, aunque esas acciones incrementan el riesgo de vida de la protagonista, quien cada vez encuentra más trabas en su investigación y más sinrazones en lo que sucede a su alrededor.
Durante los 109 minutos de duración, los espectadores vamos sintiendo la impotencia de Marisela y su familia, ante un sistema de procuración de justicia que se vuelve contra la víctima, ante funcionarios que se muestran indiferentes ante la desgracia de una madre, pero sobre todo ante la atroz indulgencia que personajes de alto nivel tienen con un delincuente confeso.
Sin duda, un cruento testimonio, una realidad llevada al límite, que da visibilidad a la impunidad y muestra los lazos de complicidad entre autoridades y delincuentes.
Solo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.