Decir Celia Cruz (1925-2003) es decir Cuba, porque con su voz paseó orgullosa la música cubana por todo el mundo y cautivó a millones de admiradores que, aun sin entender sus letras, bailaban al compás de su ritmo y la aclamaban cada vez que lanzaba su contagioso grito de "¡Azúca!".
"Recordarla en el 95 aniversario de su natalicio [este 21 de octubre] es un acto de justicia, porque Celia era inigualable, toda alegría, música pura, su voz contagiaba a todos, y su cubanía inundaba cualquier escenario donde se presentara. Decir Celia Cruz era decir Cuba, y seguirá siendo sinónimo de Cuba por las eternidades", comentó a Sputnik un habitante de la isla de 67 años nombrado Lázaro Rodríguez, que se reconoce como un seguidor de la mítica cantante.
Nacida en la barriada de Santos Suárez, en La Habana, Celia llegó al mundo el 21 de octubre de 1925, siendo la segunda hija de una ama de casa y un fogonero de los ferrocarriles que soñaba que su hija fuera maestra.
Alexis Triana, funcionario del Ministerio de Cultura, el cantautor Diego Gutiérrez, Samuel Formell, director de Van Van; Elio Revé, líder del Charangón; y César Pedroso, director de Pupy y los que Son Son
Su temprana afición por la música y el canto la llevó a participar desde muy joven en programas de la radio para aficionados, como La hora del té o La Corte Suprema del Arte, una suerte de cantera para futuras estrellas del canto en la isla durante las décadas de 1940 y 1950.
En 1948 es contratada como cantante junto al grupo de bailarinas conocidas como Las Mulatas de Fuego, alcanzando gran éxito en sus presentaciones que incluyeron un viaje a Israel, en 1949.
Pero su gran oportunidad profesional llegó en agosto de 1950, cuando se incorporó a la popular orquesta La Sonora Matancera, sustituyendo a la cantante puertorriqueña Mirta Silva, un acontecimiento que le abrió las puertas a la fama.
Después de numerosas giras por países de América Latina durante los años 50 del pasado siglo, Celia comenzó a ser conocida como "la guarachera de Cuba".
"Era imposible no relacionar directamente a Celia Cruz con Cuba a pesar de que en muy poco tiempo se convirtió en patrimonio universal. Ella misma resignificaba el espacio natural del que procedía y lo desparramaba en sus canciones, en sus entrevistas o en sus conversaciones más íntimas, en toda su magnitud y complejidad", comentó el periodista cubano Michel Hernández, en un artículo publicado en 2019 en el sitio digital OnCuba.
Salida de Cuba
En 1960, durante una gira de La Sonora Matancera por México, la popular cantante decide no regresar a la isla, sacudida por el triunfo de la Revolución un año antes, después de derrocar con las armas a la dictadura del general Fulgencio Batista (1952-1958).
Un año después se muda a Estados Unidos, donde comienza a presentarse en diferentes escenarios como solista, además de sus compromisos con la orquesta, con la que concluye en 1965, después de 15 años de exitosa carrera.
Por esta etapa, se produce un resquebrajamiento de sus vínculos con las autoridades en la isla, al convertirse en uno de los símbolos de grupos de cubanos en Estados Unidos que se oponían al nuevo Gobierno revolucionario en Cuba. Estos conflictos provocaron que jamás regresara a su país natal.
En 1966, Celia Cruz inicia un nuevo periodo de su carrera musical en Nueva York, su nueva ciudad de residencia, esta vez junto al famoso percusionista puertorriqueño Tito Puente, con quien llegó a grabar ocho discos, y destaca además en su trabajo con la orquesta de salsa The Fania All-Stars, y con el músico dominicano Johnny Pacheco.
En 13 ocasiones fue nominada al Premio Grammy, que otorga la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos, alzándole con el gramófono dorado en dos ocasiones: en 1990 con el mejor álbum latino tropical con el CD Ritmo en el Corazón, y en 2003 por el mejor álbum de salsa, con el disco La negra tiene tumbao.
También acumuló nueve nominaciones al Premio Grammy Latino, ganando cinco de estos lauros en los años 2000, 2001, 2002 y 2004, año en que fue galardonada por mejor álbum de salsa y mejor canción tropical.
En toda su carrera, grabó más de 70 discos y se convirtió en una de las figuras más emblemáticas a nivel internacional de la salsa y la música cubana.
Muerte de la estrella
La tarde del 16 de julio de 2003, hace 17 años, esta habanera convertida en mito falleció en su casa en Fort Lee, en Nueva Jersey, lejos de su Habana natal.
"No hay cubano con sentido del oído que no la haya escuchado con admiración (…) Me imagino a Compay Segundo (Francisco Repilado 1907-2003) y Celia Cruz en una nube, ambos cantando y divirtiéndose, y ojalá que así sea", comentó el trovador cubano Silvio Rodríguez al conocer de la muerte de Celia Cruz.
También se expresó el afamado pianista cubano Chucho Valdés, director de la orquesta Irakere, quien la reconoció como "la indiscutible guarachera de Cuba y una artista irrepetible. La música cubana está de luto y sus músicos también, pero queda su voz y su música entre nosotros para siempre".
Más allá de las diferencias políticas y las miradas ideológicas, Celia Cruz tiene un lugar bien ganado en el panteón de las grandes estrellas musicales de la isla y vive, sin dudas, en la memoria de millones de cubanos que aun sin verla en escena, rompen a bailar cuando sienten el inconfundible grito de la guarachera: "¡Azúca!".