Blaise Pascal era un niño prodigio y por eso su educación fue extensa y de diversas materias. Este intelectual del Siglo XVII no solo era matemático, también filósofo y teólogo.
Creía en la congruencia como un acto matemático y de bondad. Si la congruencia es la correlación de pensamientos y acciones, entonces la bondad se puede expresar matemáticamente.
"Si no actúas como piensas, terminarás pensando como actúas”.
Claudia Rivera Vivanco es congruente. Cree en lo que está haciendo y por ello defendió durante su Segundo Informe de Actividades que ella sí está defendiendo el espíritu de la Cuarta Transformación.
Cree en lo que hace. A la inversa de la frase de Pascal, ella actúa tal y como piensa, por ello sin ningún filtro lamentó la traición de colaboradores a quienes invitó a trabajar en el ayuntamiento de la capital.
Claudia Rivera llegó a su Segundo Informe con una actitud diferente, nueva, más fuerte y lista para defenderse, pues confía en la congruencia de sus decisiones.
Los mensajes políticos, tradicionales en cada informe de labores, tuvieron como destinatario a “los políticos de siempre”.
Claudia Rivera aprovechó para cargar contra los gobiernos pasados, los llamados neoliberales, y los personificó en Eduardo Rivera, que privatizó el agua y bajó el salario a policías.
Señaló a sus enemigos naturales, pero también atacó las prácticas de la realpolitik.
Por ejemplo, criticó los convenios con medios de comunicación “pago para que no me peguen”, las dádivas, el uso de programas sociales para generar bases electorales y los pactos entre políticos para evitar confrontaciones.
“Me dijeron que esto siempre se había hecho”, dijo la presidenta al tiempo de rechazar justo este tipo de prácticas de la política pragmática.
Así, el discurso de la presidenta municipal convirtió una declaración de principios en lo que parecería una declaración de guerra contra las prácticas políticas habituales.
La alcaldesa explicó en su discurso, de manera tácita, el por qué piensa de esa manera.
Rivera Vivanco creció en el activismo. Toda su familia participó con ella, desde hace décadas, y ahora en el Movimiento de Regeneración Nacional.
Y su madre es una de las principales líderes de Morena en Puebla, porque fue fundadora y activista de este movimiento convertido en partido.
A Claudia Rivera le enorgullece ese pasado representado en su familia. “Seis soldados le diste a la patria”, dijo a su madre con voz trémula.
La presidenta municipal de Puebla habló de sus logros en materia social, muchos desde la perspectiva de la izquierda ideológica.
Esas voces, las de la Izquierda Ideológica, son las que han marcado su gobierno, las mismas que gritaron “no estás sola, no estás sola” en los últimos minutos de su informe.
Claudia Rivera terminó sonriente su discurso, luego de presumir su congruencia, juventud y activismo. Los trabajadores del ayuntamiento, con la misma ideología, le aplaudieron fuerte y largo.
El Segundo Informe del Gobierno Municipal, así, se convirtió en una declaración de principios y de ejercicio de Gobierno, los de la Izquierda Ideológica.
Por ello, la fuerza del discurso, la actitud alegre y firme de la presidenta, los aplausos y consignas como en los tiempos del activismo.
Aseguró Claudia que han prevalecido, que se equivocaron quienes le quieren ver fracasar, pero la realidad se opone al idealismo de Rivera.
Al final, el Segundo Informe se ha convertido en una dialéctica política: ideología política contra pragmatismo político, ese pragmatismo que gobierna al país, que genera triunfos electorales, que ejerce la presión desde las sanciones administrativas o que incluso gana encuestas ante la autoridad electoral.
La guerra interna de Morena en el país persiste, y la presidenta de una de las capitales más importantes de México ha elegido su bando: el de la congruencia con los ideales que le vieron nacer en el activismo.
El tiempo dirá si su elección fue correcta en términos estratégicos, pero de que fue con el corazón, fue con el corazón, justo donde late: a la izquierda.