Pedófilos y violadores: un retrato clínico

Pedófilos y violadores: un retrato clínico

Huejotzingo está ubicado a las faldas del volcán Popocatépetl. En este municipio donde cada año el olor a pólvora inunda las calles con su carnaval, el más popular del estado, los crímenes pululan tanto en cantidad como en gravedad. Recientemente, una pequeña de dos años fue presuntamente abusada por su tío. Ante ello, la Fiscalía General del Estado (FGE) de Puebla, a través de la Comandancia Especializada de Delitos Sexuales, ya inició una carpeta de investigación.

 

Los padres de la víctima confiaron en su familia. Fue un tío quien “cuidó” a la menor. No era un hombre decrépito. José Alberto “N” de 37 años fue el responsable de la pequeña y días después de que ella fuera dejada a su cuidado, el martes 18 de agosto, los padres descubrieron que su hija lloraba y reaccionaba de manera inusual. La médica que les atendió descubrió que tenía signos de abuso sexual.

 

Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica en la Universidad del País Vasco, es uno de los investigadores a nivel internacional que más ha profundizado en la pedofilia. "Un adulto sano distingue entre el afecto y un componente sexual, que se manifiesta de forma evidente. A diferencia de los pedófilos desconocidos, que prolongan los abusos indefinidamente, porque el niño está a su lado, el familiar -padre, tío, abuelo, hermano- seduce y amenaza según le convenga.

 

“Primero viene el cortejo: la niña como preferida de la casa. Sigue la complicidad: es un secreto entre los dos. Y el recurso previo a la violencia: si la niña se chiva, a su madre le pasará tal o cual cosa", comentó en una entrevista con El País.

 

Justamente, en el caso de los expedientes de la Fiscalía poblana, los padrastros, tíos o familiares varones cercanos son los principales agresores que aparecen registrados. Las historias que arrojan estos documentos son desgarradoras.

 

Desde hace siete años, la pedofilia ha aumentado en el estado. Los incidentes se dispararon tras el caso de Fernando Vázquez González, un hombre de 37 años quien fue detenido y procesado por el cargo de violación equiparada en agravio de una niña de 12 años, hija de su pareja. Hoy enfrenta una condena de más de 20 años.

 

Meses después, Francisco Javier Álvarez Acosta, de 28 años, violó a la hija de su novia, una niña de 10 años. Dicho sujeto fue asegurado por agentes ministeriales en las calles 9 sur y 117 Poniente de la unidad habitacional Agua Santa, luego de que fue sorprendido cuando intentó golpear a una mujer.

 

La agredida declaró a los oficiales que era pareja sentimental de Álvarez Acosta y que la agresión ocurrió cuando ella descubrió que su novio abusaba sexualmente de su hija de 10 años.

 

Si los familiares o cercanos a la familia abusan de los y las menores, también el riesgo es latente en la calle. La academia describe este tipo de hechos así: “algo funciona mal en la mente de los pedófilos. Justifican su conducta.”

 

“Para convencerse de que actúan bien alteran, si les conviene, su pensamiento. Sufren distorsiones cognitivas. Se dicen a sí mismos que a los niños les gusta que les toquen, que no hay nada de malo en ello, que es otra forma de cariño", indican textos de Santiago Redondo, profesor de la facultad de Psicología y Criminología en la Universidad de Barcelona.

 

Según estudios, en Europa, más de 20 % de las niñas y un 10 % de los niños ha sido víctimas de abusos. Y no hay tantos pedófilos; de hecho, numéricamente son pocos. La razón es que la mayoría de abusos (más de 65 %, según otros informes) se da en casa y a manos de hombres que, en principio, prefieren a adultos para sus relaciones sexuales.

 

Son los llamados "pedófilos circunstanciales" o "abusadores intrafamiliares". Se trata de personas que se interesan por los menores a raíz de alguna carencia. Hay tantos orígenes como circunstancias personales.

 

La edad de los agresores tiene mucho que ver con lo que el investigador Echeburúa ha encontrado. Según la entrevista que concedió a El País, la adolescencia es clave en el nacimiento de la psicopatología que deviene en la violación de menores. "Si el joven se excita con estímulos atípicos, como imágenes infantiles, puede acabar asociando placer sexual con niños".

 

“Hay que distinguir entre pedofilia (un concepto clínico que indica atracción por los niños) y pederastia, que supone el delito de abusar de ellos. El primer paso de los pedófilos es consumir pornografía infantil. Más tarde contactan con sus posibles víctimas y "despliegan estrategias de seducción o agresión", el perfil descrito coincide con el de los agresores, en este caso, el de Huejotzingo.

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