La campaña estadounidense de acoso y derribo a las empresas tecnológicas chinas sigue su curso con el inminente cierre de la aplicación TikTok en EEUU, una señal de que la batalla por la hegemonía geopolítica se libra en el campo tecnológico.
Primero se atacó el 'hardware' con el veto al gigante tecnológico chino de las comunicaciones Huawei, que hace dos días se situó como la compañía que vende más celulares del mundo y que además desarrolla la revolucionaria red 5G, objetivo de una amplia campaña de boicot estadounidense a lo largo y ancho del mundo. Y ahora le tocó el turno al 'software' con el inminente veto a la exitosa aplicación de videos cortos TikTok, descargada más de 2.000 millones de veces a nivel internacional.
Y es que la presidencia de Donald Trump se ha caracterizado por corregir los soplos desfavorables del libre mercado a golpe de decreto, vetos a compañías, arrestos injustificados (véase la detención de la ejecutiva de Huawei Meng Wanzhou), sanciones, aranceles y un largo etcétera.
EL CHANTAJE COMO BASE DE LAS NEGOCIACIONES DE COMPRA
Lo que aporta de nuevo el caso de TikTok es que el Gobierno de Trump ha encontrado una forma de engrosar de manera directa las arcas del Estado con su estrategia. El cierre de TikTok en septiembre es ineludible, a menos que una compañía cien por cien estadounidense se haga con la aplicación. Según anunció Microsoft, en estos momentos tienen lugar negociaciones de compra, aunque estas no han sido confirmadas por la propia TikTok.
En caso de que estas negociaciones se estén llevando a cabo, no sería de extrañar que las condiciones de compra sean tremendamente desfavorables para la tecnológica china, si tenemos en cuenta que solo su venta aseguraría que pudiera seguir funcionando en territorio estadounidense. Y si la compra se consuma, el Departamento del Tesoro se haría con una buena parte de la transacción: un negocio redondo.
¿UNA MEDIDA JUSTIFICADA?
Las razones aducidas por Trump para anunciar el cierre, en septiembre, de la sección de TikTok que opera en EEUU fueron que la aplicación proporciona datos de sus usuarios al Partido Comunista de China, en lo que parece ser un 'revival' de los mejores momentos de total paranoia de la caza de brujas del macartismo.
Pero pasemos un momento a analizar quién es el propietario de la aplicación y cómo ha llegado a ser tan exitosa para convertirse en objetivo de la iracunda furia de los EEUU.
TikTok pertenece a ByteDance una red social china que tiene 18 años de antigüedad, que pertenece al empresario chino, de 37 años, Zhang Yiming. El objetivo de Yiming fue, desde el principio, hacer de TikTok una aplicación que estuviera fuera del 'ecosistema chino' de redes sociales como Weibo y otras, de alcance y enfoque, digamos, nacional. Para conseguir su objetivo situó los servidores fuera de China, y por tanto del alcance del Partido Comunista de China. Las bases de datos las colocó en Virginia (EEUU) y Singapur.
Además, Yiming hizo que la aplicación no estuviera disponible en China, una manera más de asegurar que los videos subidos por los usuarios no estuvieran sometidos a la censura del país, guiada por la "moral del socialismo chino". En EEUU contrató a directivos que manejasen la aplicación, a lobistas para defenderla en el Congreso y a miles de trabajadores norteamericanos. De nada le ha servido todo esto en la América de Trump donde parece ser que para hacer negocios en el país no se puede ser chino.
Las consecuencias de esta medida adoptada por EEUU parece que, esta vez sí, va a tener implicaciones para las empresas norteamericanas que operan en China, tal y como dejó entrever este martes Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Exteriores chino, al advertir: "Siguiendo la lógica equivocada de EEUU, cualquier país podría tomar medidas similares con respecto a cualquier empresa estadounidense. Más le vale a EEUU no abrir la caja de Pandora, si no quiere cosechar frutos amargos". (Sputnik)