El populismo no es una ideología, es una estrategia de comunicación. Por ello, tanto Andrés Manuel López Obrador como Donald Trump ganaron con el acercamiento que sostuvieron este miércoles. Por un lado, el estadounidense comenzará a sumar posibles votantes de origen mexicano; por otro, López Obrador regresa a México con un elemento triunfal de un tratado que ni él ni su equipo establecieron.
El populismo como estrategia de comunicación simplifica mensajes, repite ideas aplaudidas por la masa, busca acercar al personaje público con los perfiles socioeconómicos medios y bajos -principalmente-, sobreactúa, vocifera y utiliza incesantemente los medios de comunicación afines para repetir mensajes que pueden ser mentiras, verdades o medias verdades dependiendo de lo que convenga en el momento. Tanto Andrés Manuel como Donald Trump cumplen a la perfección este tipo de discurso.
Por eso, los temas finos de la agenda bilateral ni siquiera se tocaron y ambos pudieron presumir en sus medios de comunicación afines los logros de la reunión. Si el mensaje populista es simplificador, un ejemplo de ello es la posición de algunos de los empresarios invitados: anunciaron inversiones -la industria acerera por ejemplo- que no obedecen a un impulso económico desarrollado por el gobierno de México, sino a la dinámica natural de expansión estratégica de las empresas.
Pero en el discurso populista la explicación detallada no existe, porque tampoco a la masa le interesa esa explicación detallada. El populismo funciona por mensajes simbólicos. Trump dice el “mejor presidente” de México y López Obrador pronuncia “la gran nación que es Estados Unidos”. Intercambio de loas que aleja de la discusión el discurso preciso de los temas torales.
Si bien Andrés Manuel ganó mucho con este pacto entre populistas que le permitió tomar oxígeno ante su acelerada caída en las encuestas, Donald Trump ganó más: su apuesta es mantenerse como el presidente más poderoso del mundo libre. Un vecino de un país emergente puede recibir todos los halagos que quiera, pero al final serán las medidas económicas las importantes y en esto Trump lleva mano. Halagar a López Obrador, por ejemplo, no eximirá a México de sus responsabilidades petroleras. ¿No le iba a enviar gasolina México a Venezuela?
Entonces, Trump fue por algo más grande: el voto mexicano. Conforme a los datos de estudios publicados por el Pew Research Center, en este año la población latina, en su mayoría de origen mexicano, será la minoría racial más grande en Estados Unidos con 32 millones de ciudadanos en capacidad de votar en la elección de noviembre.
Este sector poblacional, sobre el que influye la opinión de los mexicanos gobernados por López Obrador, representa estadísticamente 13.3 % de todos los votantes potenciales. Con esa fuerza podrían desempeñar un papel muy importante en las elecciones primarias, sobre todo del Partido Demócrata que está en marcha.
La mayoría, 56%, vive en los estados que celebrarán primarias y caucus -asamblea de partidos- demócratas durante o antes del día con mayor número de estados en elecciones primarias (Supermartes) del 3 de marzo.
El sector de influencia latina, mayormente mexicano, es 29 % más grande en comparación con 2016. A nivel nacional, 62 % de los votantes latinos registrados se identifica o se inclina por el Partido Demócrata, mientras que 34 % dice lo mismo sobre el Partido Republicano.
Aunque no hay datos desagregados de los ciudadanos de origen mexicano, se considera que los porcentajes son muy parecidos por el sesgo estadístico registrado en elecciones anteriores. Es decir, López Obrador se ha convertido en el nuevo promotor de Donald Trump en la Unión Americana, y al neoyorkino solo le costó alabarle con un discurso populista.
Los mexicano-americanos viven en todos los estados de la Unión, pero son significativamente importantes en algunas regiones y estados en donde su voz puede comenzar a sonar más fuerte. El estado de California, por ejemplo, concentra casi 25 % de todo el voto latino de la nación vecina, con 7.9 millones de votantes potenciales, de los cuales se considera que casi cinco son mexicanos y estos creen en la supuesta transformación que López Obrador ha hecho en México.
Texas tiene un segundo puesto con 5.6 millones, también con mayoría mexicana y Florida con 3.1 millones en donde los mexicanos se encontrarían en un tercer o cuarto sitio. Nueva York tiene dos millones de votantes latinos, de los cuales se considera que casi 35% es mexicano y Arizona tiene 1.2 millones, en su mayoría paisanos.
Donaldo Trump recibió de López Obrador el impulso que esperaba para su reelección. En un ganar-ganar, que seguramente promoverá el también empresario, le ayudará a trabajar de la misma forma en su reelección. En la historia, Estados Unidos ha promovido la permanencia de presidentes por encima del periodo constitucional correspondiente, según los intereses del Tío Sam. Este es el nuevo pacto: la reelección.