El amor por el terruño es un asunto que nos tomamos a pecho los mexicanos, que nos permite trascender y evolucionar en otras tierras y en otros entornos, la música como parte de esa identidad regional, es una marca imposible de ocultar, así como lo muestra Ulises (Juan Daniel García Treviño) en su obligada epopeya por los Estados Unidos, donde se convierte en un cronista implacable de la migración.
Un joven que comparte con su pandilla los Lokos, el gusto por la música “kolombia”, (como se conoce a la cumbia colombiana en los barrios marginales de la ciudad de Monterrey, Nuevo León), entre miseria y conflictos sociales, hasta que tiene la desgracia de presenciar un ataque homicida a los líderes de la banda que los protege, pero uno de ellos queda vivo y lo amenaza de muerte a él y su familia.
Como resultado de ese desafortunado suceso, sale la familia completa huyendo del barrio con destino a la casa de otro de los familiares que los pueda resguardar. La madre de Ulises decide enviarlo a los Estados Unidos para que continúe con su vida. Ahí comienza una aventura llena de contradicciones emocionales y marginación, que muestra una cara diferente de la migración al norte, aderezada con cumbia colombiana, entre ellas muchas rolas del desaparecido Celso Piña.
La cinta dirigida por el nativo de la Ciudad de México, Fernando Frías, muestra sin tapujos el colapso al que están llegando las comunidades citadinas marginales, por diversos factores, aunque también nos deja ver la gran cohesión que les significa la música, formando parte de todo lo que los rodea. Cabe destacar que “Ya no estoy aquí” se filmó en los barrios más peligrosos de Monterrey.
El filme, que ya se encuentra en Netflix y se ha convertido en unas de las cintas más vistas en los países donde está disponible en la plataforma de video bajo demanda, ha ganado, además del Festival de Cine de Morelia de 2019, la Pirámide de Oro al Mejor Largometraje y Mejor Actor (Juan Daniel García Treviño) del Festival de Cine de El Cairo.
Un largometraje sumamente recomendable, que además nos permite verlo con detenimiento en la comodidad de nuestras casas. El argumento es digno de cualquier debate sobre la realidad que impera en los barrios marginales de nuestro país.
El detalle de la música es un atractivo más que más allá de servir de hilo conductor en la historia, es bastante gozosa, para quienes ya la conocemos y será una aventura de exploración para los nóveles escuchas de la cumbia colombiana.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “CinematografoCeroCuatro” en Facebook, “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter y “Cinematógrafo 04” en Spotify.