No, no es una columna fatalista. Por el contrario, trata de llenar de esperanza.
Nuestros tiempos, los que estamos sufriendo ahora, están llenos de caos y furia.
La pandemia que nos ha llevado de regreso a nuestras casas también causará, es un hecho, una crisis económica profunda.
La única forma de salir adelante del problema sanitario y de la recesión será a través de la solidaridad.
Si esto lo tomamos como base, nuestra humanidad estará siendo obligada a superar ese egoísmo que ha causado tanto daño.
La corrupción es una forma de egoísmo. Es esa necesidad del funcionario o empresario por hacerse más a costa de otros.
En otras palabras, la corrupción es un mal que surge del corazón egoísta del ser humano que tan bien describió Adam Smith.
Por ello, sí la enfermedad y la crisis causada por esta obligan a la sociedad a lograr la solidaridad, los tiempos que conocemos ahora estarán en el pasado.
Nuestro futuro depende necesariamente de un cambio drástico en cuanto a los preceptos y valores sociales.
Sumidos en nuestra egoísta forma de ver la vida, la ausencia de crisis nos dio como humanos una superioridad abrumadora e inmerecida.
Pero es la enfermedad que vivimos la que está llevando humildad a nuestra cultura humana y esfuerzo a nuestra herencia histórica.
El Coronavirus COVID-19, así, podrá ser recordado como un virus que atacó a la humanidad y que, con ello, la invitó a fortalecerse.
Y esa fortaleza será más humana.
Tendrá que ser así porque de lo contrario nos condenaremos a la extinción.
Este es el fin de nuestros tiempos para que vengan mejores.
Y yo estoy convencido de que éstos llegarán.