La Tierra respira. El coronavirus provoca problemas pulmonares, sin embargo, está cargando de oxígeno al planeta. La pandemia ha forzado a levantar el pie del acelerador y la ralentización del ritmo de vida de la especia humana se está notando en el aire de los lugares más afectados por el virus.
Y es que, por primera vez en años, los cielos de ciudades como Madrid se ven despejados y azules. Una tonalidad que también pueden observar desde sus balcones los habitantes de París o Roma. La reducción masiva del tráfico rodado, la suspensión de viajes por aire, tierra y mar o la menor actividad económica han provocado un inevitable descenso en la emisión de gases a la atmósfera.
Una situación que se hace patente desde el espacio. Así lo demuestran las imágenes de la superficie terrestre hechas a 800 kilómetros de altura por el satélite de la Agencia Espacial Europea Sentinel 5, tomadas entre el 14 y el 25 de marzo. Lo que hace unas semanas se veía en China, se puede ver ahora en el continente europeo, en el que ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, en España; París o Lyon, en Francia; o Roma y Milán, en Italia, han pasado de estar en rojo a un rosa mucho más suave.
New #NO2 map available for #Italy- based on data from @CopernicusEU #Sentinel5P and processed by @KNMI/@esa.
— ESA EarthObservation (@ESA_EO) March 27, 2020
????️images show nitrogen dioxide concentrations from 14 to 25 March 2020, compared to the monthly average of concentrations from 2019.
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New #NO2 map available for #France - based on data from @CopernicusEU #Sentinel5P and processed by @KNMI/@esa.
— ESA EarthObservation (@ESA_EO) March 27, 2020
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La gama de rojos representa la concentración de dióxido de nitrógeno. Cuanto más intenso, mayor es su presencia en el aire. Un gas que proviene principalmente de la quema de combustibles fósiles en medios de transporte, industrias o calefacciones. Además, se trata de un compuesto que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades respiratorias, además de fomentar el calentamiento del planeta mediante la concentración de gases de efecto invernadero.
No obstante, aunque es evidente, con las fotografías no se puede saber cuánto ha caído exactamente la concentración de dióxido de nitrógeno. Pero, el líder de la misión Copérnico Sentinel 5-P, Claus Zehner, reconoce podría estar entre un 30% y un 40% de los valores medios de Europa.
Concretar una cifra exacta es complicado. El equipo de Zehner está trabajando por establecer una medida concreta y para ello se nutren de los análisis de la Agencia Espacial Europea (ESA) junto al Real Instituto de Meteorología de Holanda (KNMI). Según comenta en un comunicado de la ESA el investigador del centro neerlandés Henk Eskes, en un principio, es complicado sacar conclusiones porque "las concentraciones de este gas cambian de un día para otro debido a las condiciones meteorológicas". No obstante, la combinación del acumulado de datos en 10 días permite "atenuar los efectos de la meteorología y ver cómo afectan las medidas tomadas por los gobiernos al entorno", explica Henkes.
El objetivo es encontrar números exactos sobre esta caída. La meteorología complica saber el descenso en la concentración de dióxido de nitrógeno, que no suele coincidir con la de las emisiones humanas. Mediante sistemas de computación y la combinación de los datos tomados por el satélite y los de las estaciones meteorológicas terrestres, los científicos neerlandeses podrán determinar un porcentaje real sobre el descenso del gas en la atmosfera.
Una cifra que podrá determinará la utilidad de las medidas de reclusión impuestas por la mayoría de países europeos. Sin embargo, aunque no se sepa el efecto del estado de alarma en España o las cuarentenas en Francia o Italia, los mapas presentados por la ESA hablan por sí solos.
"Nunca habíamos visto algo así en Europa", confiesa Zehner.
Lo más parecido ocurrió hace 12 años en China, mucho antes de que el Sentinel 5 surcará los cielos, algo que empezó a hacer en 2017, aunque comenzara a enviar información a partir de abril de 2018. "Lo único comparable fue la drástica reducción que vimos en Pekín durante los juegos olímpicos de 2008, cuando las autoridades cerraron la ciudad al tráfico y pararon las centrales térmicas de carbón", resalta el director del proyecto espacial.