Hay cintas que traen consigo un peso simbólico que aleja de las salas a muchos espectadores, pero que los que concurren saben de antemano que van a presenciar un buen largometraje; tan solo por el tráiler y los antecedentes del director y sus protagonistas, “El Faro” (The Lighthouse) es una de esas.
Este thriller dirigido por Robert Eggers es un resplandor ante la escalada de comedia romántica (boba, diría yo) que llega a las marquesinas mexicanas cada semana. Una buena opción para los amantes del cine que requiere un poco de atención y reflexión y que dejan al espectador identificando los factores que llevaron a los personajes a reaccionar de esa manera.
El filme parece ser la recreación de un sueño muy complejo, que se acentúa con el tono blanco y negro, que sella el carácter tenso y delirante que su director pretende imprimirle.
“El Faro” nos narra la interacción entre un farero experimentado de nombre Thomas Wake, impecablemente interpretado por el magnífico Willem Dafoe, cuyo rostro gesticular y multifacético emancipa el trauma claustrofóbico, que de a poco va viviendo con su aprendiz Ephraim Winslow, personificado por un Robert Pattinson que nos regala un trabajo histriónico, también muy eficaz.
La relación de ambos personajes se va deteriorando con el ambiente estresante en el que viven y con las reflexiones que uno del otro van construyendo, hasta crear una codependencia tóxica y trastornada.
Eggers, como cineasta, tiene un antecedente muy complejo y poderoso llamado “La Bruja” (The Witch, 2015), que se sale de toda perspectiva del tradicional género cinematográfico del terror, situación que permea de manera directa a “El Faro”, pues la forma concretar este relato visual es tan atípica como rudimentaria, situación de potencializa su efecto final.
La fotografía es una joya, realizada por Jarin Blaschke, explora en los gestos, en los detalles elementales de interiores y sobre todo en el manejo de planos, cuando se filma en exteriores, un detalle digno de atender cuando tenga la posibilidad de verla.
Finalmente, para redondear el largometraje, la banda sonora de Mark Korven aporta la estridencia sonora a la visual ya existente, para concentrarse en el resultado final.
Sin duda un filme que le invito a buscar, porque aún está en cartelera.
Solo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “CinematografoCeroCuatro” en Facebook y “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.