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El agua reapareció en un lago que había permanecido seco por unos trescientos años en la ciudad de Dunhuang, perteneciente a la provincia noroccidental china de Gansu, gracias a un proyecto local de conservación hídrica llevado a acabo durante los últimos años.
El lago Haraqi, ubicado al final del río Shule, cuenta ahora con una superficie acuática de cinco kilómetros cuadrados, que previene la invasión hacia el este del desierto vecino de Kumtag y sirve como barrera ecológica, informaron el lunes las autoridades locales.
Dunhuang, donde se ubican las grutas de Mogao, patrimonio cultural mundial, alberga esculturas y pinturas budistas milenarias. La desertificación supone una amenaza constante para los patrimonios culturales de la ciudad.
