
Siempre al pie del cañón. Aguantando desvelos, preocupaciones, malas caras, complicaciones económicas, sentimentales o laborales con una fuerza inquebrantable, todo por ver a sus hijos convertirse en hombres y mujeres de bien.
Podemos dedicarles canciones, llevarles flores, invitarlas a comer, regalarles una bolsa, un suéter, bailar en un festival de la escuela o recitarles un bello poema, pero nada será suficiente para agradecer todo lo que una madre da por sus hijos.