"Titanes del Pacífico: La insurrección", genérica e intranscendental

"Titanes del Pacífico: La insurrección", genérica e intranscendental

Tuvieron que pasar cinco años para que la secuela de "Titanes del Pacifico", la película más cara que ha dirigido Guillermo del Toro en su carrera y que buscó revitalizar el género de los Kaijus (monstruos gigantes), llegará a la pantalla grande, esta vez sin el timón del célebre realizador tapatío y con nuevas caras en su elenco protagónico, así como con otra casa distribuidora (Universal) y un menor presupuesto para su producción (de 190 a 150 millones de dólares). 

 

Lamentablemente, ese lustro que tardó en ver la luz la segunda entrega de los heroicos robots enormes fue infructuoso, pues se nota la ausencia del creador nacional en la realización, así como una carencia de profundidad en el desarrollo de los personajes centrales y en el argumento. 

 

Y es que de tener una estética elegante y ciertamente sombría, la secuela de "Titanes de Pacífico" parece una mezcla entre "Transformers" y "Robocop 2", que adolece de una personalidad única o distintiva y que termina por inscribirse en el séptimo arte genérico e intranscendental. 

 

Basta con revisar los primeros 10 minutos de la película para descubrir una edición muy al estilo de las obras hechas por Michael Bay, así como de los videos transmitidos en MTV, con una infinidad de cortes continuos de por medio, supuestamente para hacer dinámico el relato, pero que resulta todo lo contrario. 

 

Asimismo, pese a que las comparaciones son odiosas, se percibe una gran falta de experiencia y carisma entre el nuevo protagonista y el estelar de la primera entrega: John Boyega e Idris Elba, respectivamente. Lo que resulta una lástima, porque el primero había demostrado un gran compromiso actoral en la nueva saga de Star Wars, diferente a "Titanes del Pacifico: La insurrección", en la que se queda corto quizá porque no goza de un personaje más complejo. 

 

Igualmente, la presencia del hijo de Clint Eastwood como compañero-rival de Boyega no es emblemática; cumple, pero al igual que su progenitor, parece que la actuación no es lo suyo. Se notan sus limitaciones histriónicas para brindar diferentes matices a su rol. 

 

Y qué decir de los Kaijus y el antagonista de la película en turno: pocos temerarios e irrelevantes, pues mientras que los primeros apenas aparecen unos minutos (en el acto final de la historia), las motivaciones del segundo son pueriles. Además, (spoiler) Charlie Day siempre ha sido un intérprete desangelado, que incluso en el género de la comedia resulta sobre actuado. 

 

En general, "Titanes del Pacífico: La insurrección" ofrece más de lo mismo hasta en el apartado de efectos especiales; es un filme predecible y placentero que anticipa que los buenos lograrán su objetivo o aquellos que comienzan odiándose, terminarán aceptándose; o que una llama de esperanza se encenderá en los últimos 20 minutos del metraje pese a que en el clímax del guión, si es que lo tiene, el destino de la humanidad parece lucir oscuro o lúgubre. 

 

Qué bueno que del Toro optó por dirigir "La forma del agua" en lugar de esta secuela desechable incluso para los fanáticos de los "blockbusters" y de las orgías de efectos visuales. De hecho, se extraña esa concepción que el realizador nacional tiene para con los monstruos: de admiración y respeto. Pobres Kaijus, nunca debieron haber aceptado regresar del portal donde estaban guardados. 

 

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