Pedro Infante, Luis Miguel, Vicente Fernández, José José, Juan Gabriel y Alejandro Fernández son los ídolos musicales de México porque debido a su talento, autenticidad, carisma y perseverancia, han trascendido fronteras a través de su música y su voz, logrando imponer un estilo propio y conquistando la fama que, a través del tiempo, seguirá vigente.
A 60 años de su muerte, Pedro Infante continúa siendo el “Ídolo inmortal” y quizá, el mito más grande del espectáculo en este país.
Aunque en vida conquistó los aplausos, el reconocimiento y cariño del público, tras fallecer de forma trágica, el 15 de abril de 1957, se convirtió en leyenda que permanece en la memoria de miles de admiradores que año tras año le recuerdan, incluso las nuevas generaciones.
Su imagen varonil del clásico charro mexicano, carisma y talento sinigual quedaron plasmados a través de casi 60 películas y en más de 300 canciones que, sin importar que se conmemore una fecha en especial, son programadas a petición insistente de la audiencia en los canales de televisión y estaciones de radio.
Aunque en la actualidad su figura ha sido empañada por una serie de escándalos entre los que sobresalen demandas, la cancelación de conciertos ante problemas de salud, una imagen obesa y avejentada, supuestos excesos, inestabilidad amorosa e irresponsabilidad como padre, Luis Miguel continúa siendo uno de los máximos exponentes de la música en México.
Ha vendido más de 100 millones de discos en sus 35 años de trayectoria. Lo mismo interpreta pop que funk, villancicos, jazz, big band, bolero, mariachi, tangos y baladas románticas. Ha ganado cinco premios Grammy y cuatro Grammy Latinos. Desde su adolescencia alcanzó fama en México, América Latina, Europa y Estados Unidos logrando abarrotar cualquier escenario en el que se presenta.
Vicente Fernández es otro de los grandes ídolos que a más de seis décadas de carrera en la música, el cine y la televisión, es considerado símbolo de la cultura hispanoamericana. Algunos le llaman “El Rey”, otros el “Frank Sinatra mexicano” y para muchos es el gran “Chente”.
Enfundado en elegantes trajes de charro, sombrero y acompañado del mariachi, el cantante ha actuado en los más grandes y prestigiados escenarios del mundo. El 15 de septiembre de 1984 convocó a unas 54 mil personas a su concierto en la Plaza de Toros México.
En 1968, José José lanzó el tema “La nave del olvido” que se convirtió en su primer éxito. Dos años después, le llamaron el “Campeón sin corona” cuando al participar en el II Festival de la Canción Latina (predecesora del Festival OTI) obtuvo el tercer lugar con la interpretación de “El triste”, de Roberto Cantoral.
Pese a que su voz se ha mermado producto del abuso de cortisol, su hernia de hiato y a que en 2007 sufrió de la parálisis de Bell y luego la enfermedad de Lyme, sus seguidores mantienen fidelidad al artista y acuden a sus conciertos a sabiendas de que no lo volverán a escuchar cantar como antes.
Cuando un ídolo muere, expande de manera inmediata su presencia en la memoria y corazón de la gente. Está más vivo que nunca. Así sucedió con Juan Gabriel, quien el 28 de agosto de 2016 falleció víctima de un infarto en Santa Mónica, California.
Hace tiempo que una muerte no revitalizaba tanto en las calles de esta ciudad ni hacía coincidir a tanto fan rindiendo pleitesía a un artista, pero el llamado “Divo de Juárez” lo hizo al grado de que sus restos mortales fueron velados en el Palacio de Bellas Artes, considerado como el máximo recinto cultural de este país.
En ocasiones, el talento se hereda y Alejandro Fernández, hijo de Vicente Fernández, es una muestra, aunque también, por mérito propio, se ha hecho de un lugar indiscutible en el panorama de la canción popular mexicana.
A su padre, su crítico más cruel e implacable, según ha dicho, le debe el apellido, así como el amor por la música ranchera, pero el talento, la voz, el esfuerzo, el sentimiento y la pasión son sólo de él.