
Tanto en una noche de tormenta como echando los tragos con unos cuates, contar historias de terror o historias de "espanto" es una de las tradiciones más arraigadas entre los mexicanos del centro y sur del país que parecen no extinguirse.
La experiencia de sentarse alrededor de una mesa y hablar de historias paranormales o que carecen de explicación es una de las costumbres que no se ha visto afectada por la llegada de la tecnología, a tal punto que ahora, a través de internet se difunden tales historias.
Anécdotas de aparecidos a orilla de las carreteras, historias de mujeres que por arte de magia logran quitarse los pies o de hombres que por tratos con el diablo pueden transformarse en seres macabros, siguen circulando de boca en boca entre los mexicanos de distintas edades.
Incluso se han sumado otras de seres fantasmagóricos de la era moderna, leyendas urbanas de casas embrujadas o habitadas por los espectros de matricidas y asesinos seriales, mujeres del más allá que ayudan en los hospitales porque murieron siendo enfermeras o espantos de desdichados que murieron en accidentes trágicos.
Las historias de terror gustan a los mexicanos y aunque hay quienes creen o no creen en esas leyendas, pocos son los que se resisten a platicar de algo extraño que les pasó, o que les contaron que les ha pasado a otros. Al fin y al cabo, forman parte del acervo cultural de la nación.