
A propósito de la participación que tuvo “Tsasná”, agrupación de son poblano, hace algunas semanas en cadena nacional (a través de Canal 22), justamente en el programa conducido por el célebre artista Armando Manzanero, es oportuno hablar de ese género musical (el son), que forma parte de la pluriculturalidad rítmica de la cultura mexicana.
Pese a que se trata de un producto surgido del mestizaje a partir de la época colonial, de acuerdo con lo señalado por el investigador Manuel Álvarez Boada, el son se arraigó en la tierra del águila y el nopal gracias a su enorme difusión a lo largo y ancho del país, así como por su indudable vínculo con los bailes populares o de las comunidades.
Los temas del son mexicano están relacionados generalmente con mitos, leyendas, historias de amor, conocidas personalidades regionales, acontecimientos políticos, incluso hasta con animales.
La estructura rítmica del son se distingue por ser variable y compleja, en la que uno de los elementos imprescindibles es la improvisación. En este sentido, los sones están compuestos de coplas o poemas breves que se pueden repetir las veces que, el grupo que las interpreta considere convenientes.
Hay distintos tipos de sones, porque en cada zona del país fueron adquiriendo o asimilando rasgos locales. Aunque algunos autores difieren respecto al número total de variantes, al menos se reconocen seis tipos de sones: los de Tierra Caliente, los jaliscienses, los de la Costa Chica y Tixtla, los istmeños, los jarochos y los huastecos (en la entidad poblana).
Dentro de los sones de Tierra Caliente (Guerrero y Michoacán) más reconocidos se pueden mencionar “La Malagueña”, “La India”, “La Rema”, “Los Arrieros” y “El Tecolote”.
Por su parte, uno de los sones que han tenido mayor difusión, tanto en la República Mexicana como en el extranjero, es el jalisciense, considerado por algunos especialistas como el género más representativo de México. El mariachi y las coreografías del jarabe tapatío acompañan a ese tipo de son. Entre las piezas más representativas están “La Negra”, “El triste” y “El carretero”.
¿El son es un acto de nacionalismo auténtico ante el racismo de Trump?
Entrevistada por Imagen Poblana, Danué Loaiza, una de las integrantes del grupo “Tsasná”, señaló que escuchar música de son no solo debe ser relevante ante la coyuntura política que vive México con el nuevo mandatario estadounidense, sino que “lo ideal sería que la población nacional, en general, tuviera un interés cada vez mayor por acercarse a estas prácticas culturales”.
Igualmente, sostuvo que “el efecto Trump” no debe contribuir al establecimiento de un nacionalismo superficial, que solo conduzca en el ámbito musical "al consumo de lo que, de manera reducida y por demás estereotipada, se ha catalogado como música mexicana, en detrimento de un verdadero reconocimiento de nuestra pluriculturalidad musical”, explicó.
Después de su presentación en Canal 22, “Tsasná” participará en la Feria Nacional del Libro que organiza la BUAP en próximos días.