Continúa vigente el legado del maestro del terror Allan Poe

Continúa vigente el legado del maestro del terror Allan Poe

México.- Hace 165 años murió Edgar Allan Poe, uno de los escritores más importantes en géneros como el terror, el misterio y el policiaco, a quien se recuerda por escritos como “El cuervo”, “El corazón delator” y “La caída de la casa Usher”.   Para las nuevas generaciones existen varias opciones de acercarse a él, desde las ediciones tradicionales hasta las digitales, pasando por los volúmenes interactivos que permiten incluso escuchar los cuentos y narraciones de Poe, como “Los crímenes de la calle Morgue", "La carta robada", "El misterio de Marie Rogêt" y "El escarabajo de oro".   Poe nació en Boston, Massachussetts (EUA), el 19 de enero de 1809. Antes de que cumplir los tres años se quedó huérfano, siendo adoptado por el empresario tabaquero John Allan y su esposa Frances Valentina Allan, de Richmond, Virginia.   Según sus biógrafos, Edgar Allan Poe tenía claro que deseaba ser escritor para emular a su ídolo de la infancia, el poeta Lord Byron (1788-1824), sin embargo, su padre adoptivo deseaba que éste estudiara contaduría y se hiciera cargo del negocio tabaquero.   El joven no contrarió a su tutor, con quien había viajado a Inglaterra, pero escribía incluso al reverso de las hojas de cálculo, hasta que a los 13 años tuvo la posibilidad de realizar una recopilación poética de todos los textos que había escrito, revela el sitio “Poemuseum.org”.   Cuentan que cuando Poe partió para la Universidad de Virginia en 1826, ya de nuevo en Estados Unidos, su padre decidió ayudarle apenas con menos de la mitad de los gastos que requería, por lo que Allan duró poco en la cátedra y comenzó a buscar trabajo a fin de solventar sus creaciones.   El desamor fue el parteaguas de su historia como poeta; cuando volvió a casa por la falta de dinero, se dio cuenta de que su novia se había comprometido con otro, por lo que decidió dejar su ciudad y comenzar a forjar la vida del escritor.   Consiguió publicar su primera obra poética “Tamerlán” cuando tenía 18 años, y tras ganar el concurso patrocinado por “Sábado Visiter” comenzó a publicar sus cuentos.   El renombre que le dieron los escritos lo llevó a formar parte de la edición en el “Southern Literary Messenger” en Richmond, donde inició su paso en los medios.   Posteriormente ayudó a que la revista “El Mensajero” triunfara con sus escritos y críticas literarias en las que analizaba y atacaba no sólo las obras, sino también a los escritores, como su antólogo Rufus Griswold (1815-1857).   Se casó con su prima Virginia en 1836, y a partir de ahí, por los próximos 10 años trabajaría en redacciones de revistas como “Revista de caballeros”, “La Revista de Graham”, en Filadelfia, y el “Broadway Journal”, en Nueva York.   A la par de sus ocupaciones en las redacciones realizó grandes creaciones que a la postre formarían parte de la élite de la literatura americana como “Los crímenes de la calle Morgue”, “El Cuervo” y “El corazón delator”, entre otras, detalla el sitio “poets.org”.   En ese mismo periodo, escritos como “Cuentos de lo grotesco y arabesco” apenas solventaban los gastos de la familia, por lo que tuvo que mudarse a Nueva York en 1844, en una visita que causó revuelo entre la población neoyorquina, aunque todo gracias a un plan engañoso que Poe previamente creó.   Sus grandes creaciones lo comenzaron a cotizar mejor, pero al intentar fundar una revista propia, fracasó, lo que agravó la tuberculosis que sufría su esposa, hasta que murió en 1847.   Devastado, el escritor intentó superar el fallecimiento de su pareja con giras de trabajo en Lowell Massachusetts, donde conoció a Nancy Richmond y a Sarah Whitman, con ambas se quiso casar pero no lo consiguió.   Dicen que volvió a Richmond donde encontró a su ex novia, que era ya viuda, e intentó, fracasadamente, cortejarla de nuevo. Partió rumbo a Filadelfia pero se detuvo en Baltimore donde desapareció por cinco días. Falleció el 7 de octubre de 1849, sin que se precisaran las causas de su muerte, aunque hay quienes lo atribuyen a las drogas y al alcohol.
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