Una vida dura donde las precarias condiciones de vida de su comunidad, en la que no hay abundancia de recursos económicos, no les permite disfrutar muchas cosas, así transcurre la existencia de los niños triquis.
Procedentes del estado de Oaxaca, son contados los que, gracias a su maravilloso estilo de jugar al basquetbol para asombrar al mundo, han destacado; no pierden la sencillez, evitan en la medida de lo posible caer en las tentaciones de la era moderna –la televisión e internet- además de que se aferran a su cultura y sus tradiciones.
Este grupo de niños indígenas empieza a conocer lo que es la vida moderna, ya que la pobreza, el analfabetismo, la violencia y el alcoholismo han sido el medioambiente en que se han desarrollado, aunque gracias a la labor de Sergio Zúñiga, director del proyecto en la comunidad indígena y entrenador, poco a poco empieza a cambiar.
En su corta existencia estos deportistas no saben lo que es celebrar el “Día del niño”, pues como señala Dylan Hassan Ramírez Sánchez, “no la festejamos porque no tenemos recursos, además de que no existen tiendas para que podamos comprar”.
Detalló que “en ocasiones nuestras mamás nos tejían unas mochilas y en otras lo que nos daban eran unos huaraches de llanta y con ellos evitaba que mis pies sangraran, ya que andábamos descalzos y eso nos lastimaba”.
Para este año, este vivaracho y parlanchín jovencito está emocionado porque podrá festejar la fecha “y si alguien me quisiera regalar algo, me encantaría que fueran unos tenis, de marca, o un teléfono celular para poder comunicarnos con nuestras familias cuando viajamos”.
Aunque disfruta de los aparatos tecnológicos como podrían ser las tabletas, “en realidad no las usamos mucho, sólo cuando viajamos, en realidad esas cosas son distractores para nosotros, ya que tenemos que razonar, usar el cerebro”.
Para este pequeño, haber podido jugar en contra de los jugadores de los Spurs de San Antonio, cuando este equipo de la NBA vino el año pasado a la Ciudad de México, ha sido uno de los momentos más emotivos de su vida.
“Ver a estos jugadores tan grandotes que miden dos metros jugar descalzos fue padre, pero quienes más se nos acercaron fueron Tim Duncan, Tony Parker y Manú Ginóbili, ellos platicaban mucho con nosotros, y decían que cómo era posible que pudiéramos jugar descalzos, pues a ellos luego de un ratitito ya les dolían mucho sus pies”.
Finalmente, comentó que la fama que han adquirido les ha cambiado la vida en muchos aspectos, “lo que hemos hecho ha sido por algo, cambiar la historia de México, pues con la ayuda de nuestros maestros y profesores podremos en el futuro poder ayudar a nuestra comunidad, a ayudarle a ser mejor”.