No nos olvidemos que para las noches se hicieron los cuentos, los reyes magos y los duendes buenos; que sólo hace falta cuando llega el sueño tener bien a mano la voz de un abuelo.
No nos olvidemos que en una vereda cabe un mundo entero de risas y ruedas, que no hay mar tan nuestro como el de la acequia, que con dos pedales de una bicicleta lo que queda lejos siempre queda cerca.
No nos olvidemos de las maravillas que guardan adentro las cosas sencillas, los viejos cajones, la flor, la semilla.
La vida es un viaje y es cuestión de vida sentarnos al lado de la ventanilla.
Cuando seamos grandes va a ser muy bonito tener como amigos a los animalitos, gritarles cosas y entender sus gritos, explicar los vuelos por el infinito... (los grandes no entienden a los pajaritos).
No nos olvidemos cuando seamos grandes que un beso es un modo de quedarse en alguien, que siempre es horario para acariciarse, que el amor es todo, que ternura es madre, que hay que estar temprano cuando se hace tarde.
Cuando seamos grandes no nos olvidemos de la fantasía, del sol y los juegos, los cumpleaños y el circo viajero, los payasos tristes y los muñecos buenos.
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